Había pasado tanto tiempo buscándolo (algo que apareció tal
y como dice todo el mundo, incluso yo en alguna ocasión: “cuando dejas de
buscar”), que olvidé lo indispensable que han sido, son, y serán, algunas
personas en mi vida, y me entristece (a veces) lo poco que puedo hablar con
ellas o decir ahora de ellas.
A ti, te debo mi alegría de los 16 años, por y para ti
sonreía, aun sin saber lo que sentía, y me siento orgullosa de la relación que
hemos llevado, porque los que han sobrepasado en algún momento la línea de la
amistad, se han quedado atrás en tu camino; los que la han menospreciado han
desaparecido; y yo, que no hice más que quererte como merecías, unas veces más
en silencio que otras, ocupo la posición que quiero desde el momento en que te
conocí, la que tú y yo elegimos, con la que conseguí convencerte para que me
guardaras en tu corazón.
A ti que, en una hora libre, sin venir a cuento, y con una
conversación con nuevos términos para mí, me abriste los ojos, dando la vuelta
a mi vida con unas sencillas preguntas: “¿Pero… no quieres hacerlo? ¿Cómo sabes
que no es lo que quieres si no lo has intentado?”. Conté contigo, contaste
conmigo, viajaste, y hablamos. Hablábamos mucho.
A ti, que casi no te recuerdo, tengo poco que decirte. No
tengo por donde contactar contigo. Siempre hubo algo que no me gustó de ti, y
aunque hace tiempo que dejé de preguntarme el qué, sigo sin saberlo.
A ti, te echo de menos porque me animabas a escribir, aunque
fuesen tonterías, como contarte mi día con todo lujo de detalles, para así
sacar a la luz cosas que, quizá de otra manera, habría pasado por alto. Te echo
de menos porque sé que estás ahí y aun así ya no voy a recogerte a la salida de
clase, a pasear contigo por Madrid sin rumbo
fijo aunque con hora tope, de la mano, o sin hablar. Porque ya no tengo
esa sensación de rebeldía que sentía a las 3 de la mañana algunos viernes o
sábados, cuando te acompañaba a casa para que no fueses tú sola. Recuerdo bien
por qué, aun eras menor.
A ti y a ti, os estoy agradecida por enseñarme, en dos
épocas tan distintas pero tan parecidas de mi vida que, un cambio en el curso
de las cosas puede ser el final de algo muy intenso, muy bonito o in-creíble.
Que las personas no siempre son lo que dicen a los demás que son, si no lo que
demuestran ser. Que si algo se queda atrás, depende de las dos partes que se
recupere. Que a veces se puede, y otras no, si no se quiere.
Y a ti… bueno, contigo he hecho todo bien desde el
principio. He dejado las cosas claras para no llegar a malentendidos, hemos
superado pruebas de fuego, bachecitos, y acantilados, y te aseguro que puedo
decir, sin cruzar los dedos, con una sonrisa, y lágrimas de emoción y alegría,
que te quiero como nunca jamás he querido a nadie. También quiero que sepas que
eres la única persona con la que me he propuesto, no solo cumplirlas, si no
también realizar promesas, y lo más increíble de todo es que, aun viéndote casi
todos los días, eres la única persona de la que no me he cansado en algún
momento, a la que no he tenido que pedir o exigir un tiempo de “déjame en paz,
estoy saturada”, y la verdad, no veo el día en que eso ocurra, porque estás en
todos y cada uno de los momentos importantes que habrá en mi vida, aunque
algunos me priven de situaciones que antes adoraba. No me importa. Antes o
después habrá algo que te impida acompañarme y podré realizarlo, y al pasar la
tarde quedaremos en lo que algún día llamaremos “nuestro bar de siempre” para
tomar algo e ir a dormir, después, JUNTAS.
Te quiero.
A ti, a ti, a ti, a ti, a ti y a ti… y a ti,
sobre todas las cosas.
5 4 3 3 3 2 2 yloquenosqueda