sábado, 29 de diciembre de 2012

Trayecto de 12 minutos

Hoy voy a hablaros de un señor que he conocido en el tren. No sé su nombre, pero sí su edad. No habló conmigo, pero me contó su vida. En solo cuatro paradas.

Fue a sentarse en uno de los asientos que se cierran solos, se sentó como me senté yo para estar más alta en la fila 15 del anfiteatro cuando fui a ver el rey León. Al agacharse el hombre, el asiento se abrió, y rebotó sobre él de una manera muy cómica.

Al rato, vio al niño que se sentaba enfrente, en aquellos asientos de cuatro personas, de cara dos a dos, y dejando atrás sus pertenencias, sin vigilancia, se acercó, primero a la puerta y luego al niño, y preguntó a los padres: “¿puedo?”, y tras la afirmación del padre, le dio una chocolatina al niño. “Soy amigo del rey Melchor, ésto viene de su parte, ¿has sido bueno éste año? ¿No? Pues ten cuidado, a ver si no vas a recibir ese ordenador que quieres” Yo a los padres no les vi la cara, pero apuesto a que sonrieron, al menos un poco.

Aquel hombre, con un parche en el ojo y un brazo vendado, con un “¿sabe? yo también he sido niño”, y una sonrisa, volvió a sus cosas. ”¿Sí?”, preguntó el padre. “¡Hombre, claro! No nací con 44 años, por suerte para mi madre, ¡pobrecita si no!” “Jajaja, claro”, contestó el padre, “aunque si tu madre era grande, ¡bien podías!”, continuó. “La verdad es que grande grande mi madre no es, es más bien pequeñita. Me llega por el pecho, tiene la cabecita menuda, y una nariz redondita. En cambio mi padre, que en paz descanse, sí que era más alto, él sí que era un hombre grande.” “Vaya”, contestó el padre, sin saber qué más añadir.

Al ver que su hijo miraba el ojo de aquel señor, el padre le preguntó: “oiga, ¿qué le ha pasado?” y el hombre, que había vuelto con sus cosas, se había vuelto a sentar en su asiento, apartó la chocolatina que se había empezado a comer, y continuó dando información sobre él.

“Pues mire, soldando dos componentes de un circuito eléctrico, cuando algo hizo mal contacto, y me tiró para atrás. Tengo una fisura en el ….... y parte del iris quemado, el brazo es de la caída, pero estoy bien. Vengo ahora del médico, que si no me tocaba ir ahora hasta Puerta de Hierro, y ya sabe lo que le hacen a uno esperar allí. Ya estoy atendido y de verdad, no es nada. El dolor no existe, la verdad, solo son ..... nerviosos. Tienes dos opciones, dejarle que actúe y darle importancia, o pasar de él y eludirlo. Y señor, qué le voy a contar yo, que practico deporte de contacto desde los 14. Soy multitarea, trabajo de lo que puedo. Soy montañero, electricista, espeleólogo, buceador, tengo amigos policías y guardaespaldas a los que suplo sin cobrarles, pero a lo que de verdad me dedico es a podar sin andamiaje, ya sabe, podado de altura. Porque el andamiaje es lo que más chupa del presupuesto, lo que más pan se lleva, y al final al bolsillo no te llega nada. Si veo una casa que tiene un seto mal podado, o cualquier edificio, público o privado, calculo desde donde puedo colgarme y para allá que tiro. Aunque bueno, yo mucho problema en el bolsillo no tengo, porque tengo una pensión de ciento nosecuántos muchos euros por un accidente que tuve en el ejército, y me llegan de ayudas por parte de familiares unos seiscientos nosecuántos muchos euros, unos ochocientos en total. Además vivo con mi madre en un chalecito, así que podría decirse que nada que reprochar. Mi madre fue autónoma, se dedicaba a las tareas del hogar, y ahora vive bien. Yo por mi parte no estoy de acuerdo con como van las cosas en éste país, y como tengo contactos en Francia, quien sabe, mi madre ya está bien colocada y tiene las espaldas cubiertas. Seguro que me voy una temporada a trabajar por allí. Me da una pena la gente que pide dinero, o una lata de cerveza, o un bocadillo. Fuera de aquí hay muchas oportunidades. Entiende, ¿no, buen hombre?... Pues nada, no le molesto más, tenga usted una muy feliz navidad, y feliz año nuevo. Y tú, chiquitín, pórtate bien, que luego pasa lo que pasa, y no pasan por tu casa los reyes”. "Muchas gracias e igualmente, señor", contestó el padre.

Terminada la conversación, se volvió el hombre a sus cosas, se levantó, se volvió a sentar, cogió su móvil táctil y, con dificultades por culpa del cabestrillo, volvió a ser un pasajero más.

*29-12-2012* Cercanías: VILLALBA 17:16 - LAS MATAS 17:28

martes, 31 de enero de 2012

Buenos días, princesa.

Año nuevo, vida nueva... Y tanto.


Nunca te he escrito nada, nunca he pensado en escribirte, y no estoy segura de por qué, pero sí que sé que ahora me apetece, y que, aunque hoy no es un buen día para hacerlo, sé que quiero hacerlo, por lo que voy a hacerlo.


Cómo muchas de las personas que he conocido en éste último año y medio, nuestra historia empezó en Plaza de España. Para mí no fue un día especialmente especial, valga la redundante redundancia, pero sí que sé que fue un día importante, y tampoco lo recuerdo con pesadez o amargura. Fue un día más de mi feliz vida, aunque haya veces en las que piense que soy la persona más desdichada del mundo. Te conocí a ti y a una amiga tuya, la primera chica a la que besaste, o que te besó, ya no recuerdo ese pedazo de la historia. ¿Te he contado ya alguna vez la increíblemente mala memoria que tengo?
Puede que incluso no empezase en ese momento nuestra historia, aunque sí en ese mismo lugar. Da igual, pero el hecho en sí, ahí está.
Desde entonces han pasado millones de cosas, y todas ellas pueden resumirse en un "en tu casa o en la mía, pizza y peli", pero resaltan las cuatro veces que hemos salido de nuestra burbuja para ver mundo, y dejar que el mundo nos vea. Sé que estarás de acuerdo conmigo en que no ha sido lo suficiente, y sé que tienes tantas ganas como yo o más de salir, de la mano, de pasear, bailar, brincar, llamar la atención, viajar, hablar, cantar, conocer gente y mundo, sonreír, y dejar que el resto del mundo nos vea hacer todas esas cosas.
Ahora no hago otra cosa que mirarte estudiar, sin levantar la cabeza del libro, o de los apuntes, aunque aun hay momentos en los que separo la vista del ordenador para ver si me estabas mirando, pero sé que es imposible. He dejado el reloj de lápices de colores en el baño, su tic-tac ya no puede desconcentrarte, y sé que en éste momento sólo yo puedo hacerlo, pero ya sabes, para desconcentrada estoy yo, y con una de dos ya es suficiente. Mi visión periférica me hace imaginarme tu mirada, como me hace imaginar la sonrisa de la mona Lisa, o la Gioconda, que cuando la miro, ya no está allí, si no que descansa seria, en ese retrato luminoso, con la mirada fija en los apuntes, a penas en movimiento. Tu sonrisa es su sonrisa, y no veas las ganas que tengo de que acaben los exámenes para poder dedicar una tarde, o semanas, a pintarla.
Aun así, mi corazón espera que te acerques, como hace un momento, medio a gatas, por mi izquierda, quedándote de piedra cada vez que te miro, aproximándote, para acabar con un susto en mi oreja, en un susurro apenas audible pero si "sensible", justo en el momento en el que he dejado de hacerte caso, de prestarte atención. "Buh".


Supongo que ya es hora de continuar con Piero de la Francesca, Masaccio, Miguel Ángel en su versión pintora y no tan "ámbito psicológico", y quizá el Greco y Velázquez.


Buenas tardes, princesa. Buenas porque estás aquí, buenas porque estás conmigo. Buenas aunque tenga que emplearlas en estudiar y estudiar, sean las 23.18 de la noche, y aun no haya empezado. Buenas noches, princesa.


Te quiero.