domingo, 15 de mayo de 2011

Quizá...

Quizá no debería contarte todas mis cosas.
Quizá no debería esperar tanto de ti. Ni tan poco.
Quizá lo sabes todo pero quizá no tienes ni idea.
Quizá te canse.
Quizá te necesite.
Quizá me cansas.
Quizá la distancia y el tiempo sean la clave.
Quizá no quiera volver a saber de ti.
Quizá me acalore demasiado tu presencia.
Quizá no debería haberme quedado, y debería haber ido.
Quizá debería haber descolgado tu llamada.
Quizá debería dejarte hablar.
Quizá seas demasiado.
Quizá sea mejor alejarte de mí, o alejarme de ti.
Quizá lo mejor no es esto, si no eso o aquello.
Quizá no te necesito, quizá no te quiero a mi lado, quizá te prohiba la entrada. Volver.
Quizá seas mi hada.
Quizá no. Quizá sí. Quizá hace días, este quizá era una afirmación. Quizá ya no lo sea. Ni siquiera yo lo sé, ni siquiera tú lo sabes. Ni siquiera hay un tú y yo, un tú, un yo, o un nosotras.

E.

¿Alguna vez te he contado que mis textos son una fusión de diferentes sentimientos a diferentes personas? No te sientas identificado. No tanto. Un poco quizá sí. Pero no te esfuerces. Quizá a ti no te hago referencia. O quizá a ti, y sólo a ti, vayan dedicados estos 29 quizases.

martes, 10 de mayo de 2011

¿Quién soy?

En ese momento te cegó. Posó sus cálidas manos en tus ojos, y te impidió seguir viendo. Olvidaste el sol, los pajaritos, la hierba y los riachuelos, y creaste e inventaste un universo. Tuyo. Tuyo y de ella. De las dos.
Tiempo después, ¿quién recuerda cuánto? ¿2 días, 3 semanas, cuatro meses? ¿un año, quizá? se retiró, silenciosa, sin molestar. Poco a poco, tal y como había llegado. Al principio decidiste no abrir los ojos. Antes, cuando tus ojos sentían su calidez, los abrías de vez en cuando, pero veías lo mismo que si no lo hacías. Era al no estar en contacto con esas manos... sus manos... veías todo oscuro. No viste el final del túnel, porque no había luz. Ni túnel. No había luz porque decidiste mantener los ojos cerrados. Un día pensaste en abrirlos de nuevo. No había nada que perder... ¿o sí? Nada... era lo único que tenías... ¿Puede perderse "nada"? Creías que no. Poco a poco... ¡Los abriste! Y ¡vaya! ¿qué era eso? No... eso no. ¿No te cegó? Que va, ya lo estabas. O eso pensabas. ¿No recordabas la luz del sol? Era mejor que lo que creaste, ¿verdad? Sí, sí. Ahí sigue, estará, y permaneció mientras andabas cegada, sin ver. Que no ciega, ojo. ¿Te costó acostumbrarte? Cerraste los ojos, pero esta vez pasó menos tiempo entre "un abrir y cerrar de ojos".

Ya has visto la luz, y quieres volver a acostumbrarte. El mismo día que lo consigues, quizá el siguiente, viene alguien por detrás y...

¿Quién soy...?

domingo, 8 de mayo de 2011

Querido Príncipe Azul...

Mi último pedido salió mal... Pero no te preocupes, no te lo reprocho. No te escribo por eso. Quería agradecerte que me pusieses en contacto con él. No fue ni mucho, ni intenso, ni irrepetible, ni perfecto, pero fue, y es con eso con lo que me quedo. Ahora encontró a su princesa sonriente, y se rodea de extraordinarios pajes, o subordinados, o iguales, y yo me alegro. He visitado su pueblo y es tan irónico y pequeño como dicen, y me he dado cuenta con todo, que no estoy hecha para vivir entre la nobleza. Ahora sólo quiero, que si tiene que venir alguien, sea una campesina, de las que te encuentras de camino al mercado, de paseo, que no tuerce la nariz ante el olor del estiércol, y te enamora su olor a hierba fresca recién cortada, leña quemada, y pasta de dientes...


G.G.B.